lunes, 31 de octubre de 2011

EVANGELIO DEL DOMINGO




Lee las lecturas completas en el siguiente enlace:

Domingo 32 TO.
“Las sensatas se llevaron las alcuzas de aceite con las lámparas”.

Con la llegada de los últimos domingos del tiempo ordinario, los evangelios van preparando nuestra vida para la esperanza, una esperanza que nace ya de la realidad que vivimos y que tenemos, pero que sitúa nuestra mirada mucho más allá, en un proyecto de vida que tiene como meta participar de ese banquete fraterno que Dios nos tiene preparado.
En la parábola de las vírgenes prudentes, que nos propone la liturgia este domingo, es sencillo identificarnos como esa iglesia que está aguardando, que espera encontrarse con Cristo. Pero para poder entrar al banquete del Señor es necesario que nuestras lámparas estén encendidas y nuestras alcuzas llenas de aceite. Precisamente sobre la cantidad y la calidad del aceite, de nuestra vivencia de la fe, es donde se centra la reflexión de este evangelio.
La iglesia, y por tanto los cristianos, estamos llamados a ser luz para este mundo, una luz que aliente la esperanza ante la llegada esperada de quien puede colmar las necesidades y esperanzas que nuestro mundo y nuestra sociedad están demandando. En ocasiones podemos descubrir que la llama de la fe amenaza con apagarse, o incluso que no hay suficiente aceite en la alcuza para mantener la llama encendida, pero este descubrimiento no debe inquietarnos. Quizás todavía quede tiempo para acercarnos a la tienda a llenar nuestras alcuzas de aceite. De una u otra forma, todos sabemos dónde acudir o qué podemos hacer para que la llama de nuestra fe no se vea debilitada o amenace con apagarse, sino que alumbre con mayor intensidad: la participación en los sacramentos, en la vida de la c aridad, una formación cristiana sólida, la lectura diaria del Evangelio, una vivencia comunitaria profunda de la fe… todos estos son elementos que nos permiten arraigarnos en esa actitud de esperanza con firmeza y confianza. Miremos pues, cómo alumbran nuestras lámparas y cuánto aceite contienen nuestras alcuzas y si descubrimos que no es suficiente, ya tenemos algunas indicaciones de dónde encontrarlo.

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